Llega la hora en la que terminaste de trabajar. Cumpliste con tu horario. Terminaste tus tareas. Cerraste la computadora para irte a descansar, pero cuando te acuestas, o intentas desconectarte, no lo logras:
- Piensas en lo que tienes pendiente que dejaste “para después” porque es más complicado de hacer y se acerca la fecha de entrega.
- Piensas en lo que es responsabilidad de alguien más, pero te afecta si no está bien hecho, y te angustia no tener control sobre la situación.
- Piensas en las cosas que hay que resolver en tu casa, con tus hijos, tu pareja, el dinero.
¿No te has dado cuenta que, aunque cumplas con todas tus responsabilidades, siempre hay algo más en qué pensar o por qué preocuparte?
¿Qué hacer para no abrumarte, lograr desconectar tu mente, y descansar no solo física, sino mental y emocionalmente también?
Si independientemente de cómo haya sido tu día de trabajo -bueno, malo, intenso, relajado- te sigues sintiendo igual, esto nos dice que es algo que puedes cambiar si cambias tu forma de interpretar la situación. Me explico:
Pregúntate cada vez que te veas dándole vueltas a la cabeza, pensando en cosas que no vas a resolver en ese momento, si realmente está cambiando algo sólo porque estés preocupado.
¿Si en lugar de pensar en lo que te tiene angustiado o ansioso, piensas en cualquier otra cosa, qué cambiaría en tu entorno? -Exacto. No cambiaría nada.
Es decir, que si eliges, deliberadamente, dejar la preocupación de lado, te darás cuenta que eres tú quien está en control. Tienes el poder de calmar tu mente y relajar el cuerpo.
Un excelente ejercicio, es ACEPTAR la preocupación: “está bien, entiendo que estoy preocupado/a por esto -y aquello-” y luego, la pregunta mágica, “¿y entonces, cambió o se resolvió algo o sólo estoy cediendo mi paz por la preocupación?” – seguido, elige pensamientos que estén acorde con cómo te quieres sentir.