El miedo y la vergüenza que podemos sentir cuando hablar sobre nuestro agotamiento laboral aparece como una solución sobre la mesa.
Es posible que el simple hecho de pensarlo, da pie a todas las razones que nos hacen creer que lo mejor es simplemente no hablar de esto.
¿Es eso realmente lo mejor?, ¿dejar las cosas como están y esperar que el agotamiento se vaya “solo”?, ¿que la solución llegue “sola”?
Esto solo puede terminar en un burnout más profundo, no en una solución.
¿Qué podemos hacer para que esto empiece a cambiar?
Lo primero, es definir qué necesitamos para dejar de sentirnos agotados, ya sea un cambio de horario, faltar unos días al trabajo, ir terapia y hablarlo, es vital.
Luego, comentarlo con nuestros superiores es un punto clave, ya que nos da la oportunidad de hacer los ajustes están haciendo falta para volver a un balance y no seguir sobrecargados constantemente.
Para el riesgo que tenemos en mente, muchas cosas positivas pueden venir de la mano con ser abiertos sobre cómo nos sentimos: mayor confianza con los compañeros, crear la apertura a que otros se abran y un cambio de una cultura de trabajo de “olla de presión” hacia algo más humano.
Solucionar el burnout es mucho más factible si el ajuste de la empresa va de la mano con el ajuste en nuestra vida personal.
La Dra. Erin Kelly, profesora en MIT Sloan School of Management, llevó una investigación dónde fue evidenciado que cambios en el manejo del equipo en las empresas es una de las formas más efectivas de prevenir y aliviar el burnout.
Su estudio demostro que los empleados cuyos gerentes fueron capacitados para entender cómo se sentían en lo personal y lo profesional, y darles flexibilidad para trabajar como ellos deseaban, tenían niveles significativamente más bajos de agotamiento y angustia psicológica.
Así también un 40% menos de probabilidades de renunciar.