La culpa y la vergüenza pueden tener un impacto muy significativo en el desarrollo del burnout.
Cuando sentimos estas emociones, aumenta nuestro estrés y esto nos causa aún más agotamiento.
¿Cómo? – La culpa es un sentimiento de responsabilidad o remordimiento por algo que hemos hecho o no hemos hecho.
Cuando experimentamos culpa relacionada con el trabajo directamente, podemos sentir que no estamos cumpliendo con las expectativas, que no cumplimos con nuestras responsabilidades o que hemos cometido un error que ha impactado negativamente nuestro trabajo.
Esto puede causarnos más estrés y ansiedad, adicional al que ya tenemos con la carga laboral.
La vergüenza es un sentimiento de humillación causado por nuestras acciones o características.
Cuando experimentamos vergüenza relacionada con nuestro trabajo, podemos sentir que no somos lo suficientemente buenos, que no somos capaces de hacer bien nuestro trabajo o que hemos decepcionado a otros.
Definitivamente, esto también puede llevarnos a más estrés y ansiedad.
Tanto la culpa como la vergüenza pueden llevarnos a tener patrones de pensamiento negativos, como la autocrítica, la duda y los sentimientos de incapacidad.
Estos pensamientos negativos pueden exacerbar aún más los síntomas del burnout, y que enfrentemos el estrés que estamos viviendo se vea como algo más lejano y difícil.
En conclusión, estos sentimientos aumentan el riesgo de burnout al sumarse al estrés ya existente, sin hablar de la parálisis que sentimos cuando estamos sumergidos en ellos. Es un ciclo que se siente como una cárcel, hasta que lo enfrentamos y decidimos resolverlo.