La semana pasada hablamos de la importancia de saber cuáles son las etapas del burnout, y de esta manera tomar las acciones necesarias, sea para prevenir o solucionarlo.
Ya mencionadas las primeras 6 de las 12 etapas, hoy continuamos con la otra mitad.
Estas son:
- Retracción: La vida social comienza a sentirse pequeña o inexistente. Se busca alivio en la reclusión. En esta etapa también suele venir la evasión, sea a través del alcohol, drogas, entre otras.
- Cambios de comportamiento inusuales: Aquí se experimentan cambios de comportamiento evidentes que con frecuencia preocupan a amigos y familiares.
- Despersonalización: Llega el punto donde la persona no se ve a sí misma ni a los demás como valiosos; esto va acompañado de una falta de reconocimiento de las necesidades propias o de los demás.
- Vacío Interior: El “vacío interior” es un signo solitario y extremo de agotamiento inminente. Se vive como una sensación de apatía o “vacío”, que algunos pueden tratar de aliviar con actividades compulsivas.
- Depresión: Uno de los signos más reveladores de quien está cerca del burnout: la persona se empieza a sentir perdida e insegura, exhausta, con una visión del mundo sombría y sin entusiasmo por el futuro.
Síndrome de burnout: El síndrome de agotamiento total a menudo resulta en el colapso mental y físico completo. En esta etapa, buscar atención médica es necesario para la recuperación.
Como vemos en estas 12 etapas, el burnout se da como algo progresivo, poco a poco. Acumulativo.
Es por esto que cobra tanta importancia el reconocer si estamos en alguna de ellas, y empezar a tomar la decisión consciente, es decir, que en ocasiones va a ser incómodo o parecer poco relevante de tomar pausas y poner nuestro bienestar como prioridad.