El momento en el que nos sentimos irritados y con resentimiento ante la mayoría de las cosas que tenemos que hacer en el trabajo, es usualmente porque se cruzó uno -o muchos- de nuestros límites.
Una parte fundamental para prevenir o solucionar el burnout es definir límites claros.
Quién define la línea que no se debe cruzar y en qué punto la dinámica se torna dañina para nuestra salud somos nosotros.
Ahora, este tema de los límites es algo que sabemos de forma intuitiva, pero por alguna razón igual no los definimos de forma clara.
¿Cuál es el motivo por el que no hemos puesto límites antes?
- ¿Qué sientes cuando tienes que poner un límite?
- ¿Te sientes culpable, vulnerable?
- ¿Te da miedo la respuesta de tus compañeros de trabajo-clientes-superiores? ¿Por qué?
En la mayoría de los casos, la respuesta tiene que ver con miedos.
Ahora, ¿qué mensaje nos estamos dando a nosotros mismos cuando actuamos -o dejamos de actuar- desde el miedo a la opinión/respuesta/reacción de los demás?
Siempre que cambiamos lo que sentimos que debemos hacer -cuando quiero decir que no, pero digo que sí por lo que puedan pensar, por ejemplo-, buscamos -inconscientemente- agradar, que deriva de una leve sensación de inferioridad.
Cuando nos veamos en esa posición, enfrentar el miedo a la respuesta -que un 99% de las veces es mucho más positiva que la que tenemos en mente- es lo mejor y más saludable física y emocionalmente.